La "apertura" de la ciencia

(Ideas básicas de Hubert Reeves de su obra: "Malicorne. Reflexiones de un observador de la naturaleza.")Según Piaget (1960) la "escala de los conocimientos" de Augusto Comte habría de ser reemplazada por la "serpiente de las ciencias" que representa el hecho de que las diversas disciplinas científicas se apoyan unas en otras - la psicología en la bioquímica, que descansa sobre la química, la que a su vez se apoya en la física y ésta en la matemáticas y la lógica- como una serpiente que se muerde la cola, o sea, una especie de cadena cerrada donde cada una de las ciencias es un eslabón.Este círculo de las ciencias indica los límites del método científico, pues éstas se apoyan unas sobre otras, funcionando como un "medio cerrado". Por eso Reeves se pregunta: ¿Cómo, por tanto, podrían pretender agotar la realidad y hacer inútil cualquier otro enfoque del mundo?Hubert nos dice, hablando acerca del psicoanálisis, que en vez de comprender cómo nace el pensamiento racional, es mejor preguntarse dónde nace, lo que nos sumerge en las aguas del "inconsciente", donde se encuentra "la fuente común de la lógica y de la poesía..."Según él, Freud encuentra bajo la conciencia los instintos primordiales de la vida animal (agresividad, sexualidad, etc.) "Lo dicho encuentra su fuente en lo no dicho". Detrás de la actividad humana se entrevé la realidad del deseo, un deseo imposible de saciar y que está inscrito en la raíz de las emociones, en lo más profundo del ser.En resumen, la aportación fundamental del psicoanálisis es la carga afectiva que va asociada con las operaciones mentales. (Las entidades fundamentales del psiquismo se identifican con elementos activos impregnados de emotividad).Reeves nos recuerda la frase de Wilhelm Reich: "No tenemos un cuerpo, somos un cuerpo". Por ello nos recuerda la necesidad de "reconciliarnos" con nuestro cuerpo, dada la primacía del cuerpo real.En su opinión, el inicio de la actividad mental en el niño es la propia "realidad" en su "dimensión de terror". Así nos dice que para Winnicott, el acontecimiento fundamental de nuestra existencia es el "encuentro con la realidad". Ese encuentro de la realidad exterior con la interior se hace en un "territorio medianero entre yo y el mundo". Y en dicha área intermedia la palabra clave es el "juego". Cree que el psicoanálisis nos ha llevado a buscar el origen del pensamiento humano fuera del pensamiento mismo.La belleza como experiencia del mundo, implica tanto la realidad exterior como a aquel que la percibe, y se cimenta en ese territorio intermedio del psicoanalista.Para Reeves, el discurso científico hace una utilización "fría" del lenguaje, mientras que el poeta desvía los conceptos de su papel, con lo que aparecen "emociones desconocidas", una nueva experiencia del mundo. "La poesía es un sendero diferente hacia el magna oscuro de la realidad".Considera Reeves que para obtener una visión global, para abarcar la totalidad de las facetas de un tema, el lenguaje poético es "mucho más eficaz". Nos traslada palabras de Michèle Lalonde: "La realidad no puede ser reflejada por la palabra... [ es] indiferente al Logos".Para Reeves, el caos así como la nada también escapan a toda inteligibilidad. Cree que la sola racionalidad es insuficiente para transmitirnos la sustancia.Así mismo reitera las palabras de Wittgenstein: "El universo es el conjunto de lo que ocurre".Reeves cuenta que el "momento presente" ha planteado serios problemas a los científicos, mas hoy se está en condiciones de apreciar la importancia del "momento", con su imprevisibilidad, con su sustancial libertad.A ello han contribuido singularmente la teoría del caos, el descubrimiento de la expansión del universo, la informática y el desarrollo de las computadoras ultrarrápidas. Y es que la parcial indeterminación de los acontecimientos es el campo de juego de la naturaleza, donde se crea lo inédito, donde se encuentra la libertad.Para Reeves hay un concepto fundamental en todo esto: "el horizonte predictivo". Y lo define como: "la duración temporal más allá de la cual, en un contexto dado, no es posible prever nada ni afirmar nada".Es importante el concepto puesto que en cada ámbito de la ciencia es posible introducir un determinado "horizonte predictivo", a partir del cual se extienden los espacios de libertad, que permiten la elaboración de un conjunto de "posibles". Cuando un posible se convierte en realidad, aparece otro nuevo conjunto de los mismos, como aplicación de las leyes físicas que en ningún modo son del todo "deterministas".Por todo ello, el universo sería como "la paleta de un pintor imaginativo que se afana continuamente en producir efectos inéditos".Reeves nos dice que ahora se comprende mejor los roles de la expansión del universo y los horizontes predictivos en el desarrollo de la "complejidad". Las esperanzas de libertad que suponen los horizontes predictivos serían destruidas por los equilibrios que reinan en un mundo estático, mas el enfriamiento cósmico, al engendrar situaciones de desequilibrio, sí pueden conducir a algo nuevo. Y es que la reversibilidad del tiempo de la física es tan solo una aproximación, válida únicamente para períodos cortos.Reeves sigue diciéndonos que cada "hoy" se compone de acontecimientos nuevos que están marcados por el pasado, pero que no están "determinados" (en su totalidad) por éste.Para que aparezca una "propiedad emergente" se requiere un elemento crucial cual es un "espacio de libertad", en donde azar y necesidad "puedan encontrarse y fertilizarse".Vuelve a reescribir las palabras del biólogo Jean Dausset: "La naturaleza no habla; es el ser humano el que habla". (El hombre "otorga una voz a la naturaleza").En opinión de Reeves, al "inventarse" la estrategia de la inteligencia, la naturaleza ha puesto fuera de servicio la competencia y la lucha por la supervivencia, puesto que "el ser humano puede desobedecer las órdenes genéticas".Reeves nos dice que la ciencia no es una creencia. Precisamente la enseñanza de las ciencias conlleva inculcar en el alumno el espíritu crítico, marcado por el escepticismo y el rigor.Así como la ciencia no es una creencia religiosa, Dios tampoco es una hipótesis científica. La ciencia no tiene interés por el problema de los "valores", puesto que carece de juicios morales (bien y mal). En fin, la preocupación de la ciencia es la adquisición de los conocimientos como tales, con indiferencia de su "significado" para nosotros. La religión, por el contrario, es el "terreno de la interpretación de la realidad en relación con nosotros" (situación y comportamiento).Cada religión posee una "historia santa" que los no creyentes denominan "mitología". Esta historia santa es el marco en el que la vida adquiere su sentido, y del que emergen la sabiduría y moral específicas de cada religión.Ciertos datos de la ciencia alteran la manera de ver el universo y la situación en el mismo del ser humano. Así surgen unas "visiones del mundo" que son susceptibles de influir tanto en la filosofía como en la "moral" de cada época, con ello en el llamado "espíritu de las leyes".Según Reeves, otra causa de conflicto entre ciencia y religión, es la confianza excesiva en el "poder del pensamiento conceptual como norma del universo". (Habría una "verdad absoluta" expresable en conceptos claros, nada ambiguos).La actividad religiosa es una reconstrucción del mundo, como la ciencia y el arte, y ofrece la posibilidad (aún con su variedad) de integrar en un marco coherente todos los acontecimientos de la vida, con lo que se palía en parte la "angustia de la muerte". Al mismo tiempo, es totalmente inepta para describir cómo está hecho el mundo. La "sabiduría" de cada religión (no ciencia, ni filosofía) se refiere a facetas diferentes del misterioso universo (aspectos ocultos de la realidad), y utiliza un lenguaje "simbólico" que le es propio en el que las palabras no son "vectores de información precisa" (ciencia), ni fuentes de emociones (poesía), sino símbolos que vinculan con un mundo desconocido.Para Reeves, Dios en la actualidad se sitúa en el "nivel de las preguntas y no en el de las certezas", en un "viaje interior en cada uno de nosotros".Nos dice Reeves que contrariamente al llamado "vacío físico", la nada metafísica "se considera como verdaderamente vacío". No implica tiempo, ni espacio, ni siquiera el previo reino de las leyes de la física. "La nada no es nada..."Reeves cita a Sartre: "No es el ser quien surge del fondo de la nada, es la nada la que es pensada - en tanto que es pensada- sobre el fondo del ser".

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